sábado, 6 de febrero de 2010

El filósofo anarcopacifista que influyo a Gandhi

Entre mis muchas manías me confieso un gran admirador del escritor ruso Tolstoi, quien no tiene un escritor favorito, pero de los muchos que hay por ahí, hasta ahora sigo disfrutando de vez en cuando los libros del viejo pacifista Tolstoi, este año se conmemora el primer centenario de su muerte y como todo fan de la vida y obra de León me parece que esta publicación inédita en el mundo de habla hispana queda muy bien para celebrar su primer centenario, asi que en clave de este acontecimiento les dejo este artículo publicado en el periódico el Publico.es sobre este libro que por fin llega a nosotros traducido y aumentado con las cartas entre Tolstoi y el joven Gandhi.

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Tolstói, el maestro de Gandhi
Coincidiendo con el centenario de su muerte, se publica el ensayo del escritor ruso que marcó el pensamiento político del revolucionario indio. La edición incluye la correspondencia mantenida entre ambos, en la que el autor de Guerra y paz le instruye en la doctrina de la no violencia

CARLOS PRIETO - MADRID - 06/02/2010 08:00

Apunten esta fecha: 7 de septiembre de 1910. Pocas semanas antes de morir en la estación de tren de Astapovo, Lev Tolstói escribe la última de sus cartas a Mahatma Gandhi. El futuro padre de la independencia de la India vivía entonces en Sudáfrica, controlada por las metrópolis europeas, donde luchaba por los derechos de los indios que trabajaban en ese país.

"Requerir que cese toda aplicación obligatoria de impuestos, así como la abolición de todas las instituciones legales y de la policía y, por encima de todo, de las instituciones militares". Esas eran algunas de las recetas del escritor ruso, pero no sólo para ese país africano, sino para todo el mundo. Para entendernos: Tolstói estaba echado al monte.

"Su lectura me abrumó. Me marcó para siempre", contó el líder indio.El autor de Guerra y paz se había radicalizado en los últimos años de su vida, como demuestra la lectura de El reino de Dios está en vosotros (1890-1893), ensayo casi inédito en España (la anterior traducción se hizo en 1902) que la editorial Kairos publica ahora coincidiendo con el centenario de su muerte. "Su lectura me abrumó. Me marcó para siempre", admitió Gandhi, cuya primera carta a Tolstói, recogida en la nueva edición del ensayo, data de 1901.

De la nobleza a la barricada
Lo curioso es que nada hacía presagiar que el novelista, descendiente de la más antigua nobleza rusa (su padre era conde y su madre princesa), pudiera acabar influyendo decisivamente en el pensamiento del célebre revolucionario indio.

El novelista arremetió en el libro contra la Iglesia y el Estado
Tras pasar por el Ejército y dedicarse con tremendo éxito a la literatura, Tolstói sufrió una "terrible crisis existencial y espiritual que lo sume en una profunda depresión, y que lo lleva al borde del suicidio", recuerda Joaquín Fernández-Valdés, traductor de El reino de Dios está en vosotros. "Siente un abismo y necesita encontrar un sentido a la vida. Busca frenéticamente respuestas en la ciencia y en la filosofía primero, y en la Iglesia ortodoxa después. Muy decepcionado por lo que halla en todas ellas, investiga entonces en la fuente original del cristianismo: las sagradas escrituras", apunta Fernández-Valdés.

Ahí surgió el chispazo en la cabeza del escritor. El autor de La muerte de Iván Ilich concluyó que las enseñanzas pacifistas que Cristo impartió en el Sermón de la Montaña fueron traicionadas por la Iglesia. Preso de ira, abandonó progresivamente la ficción y se centró en la publicación de panfletos de agitación político-religiosa. Su descomunal fama no evitó que El reino de Dios está en vosotros fuera censurado en Rusia "aunque corrió de mano en mano clandestinamente", apunta su traductor-y que se publicara con éxito en países como Inglaterra, Francia, Alemania y EEUU.

Contra todo y contra todos
En las misivas intercambiaron pareceres sobre la no violencia
Tolstói arremetió en el libro contra la Iglesia, por conciliar violencia y religión, y el Estado, que sólo sirve para oprimir a la población en beneficio de unos pocos. "Ni la banda del malhechores más despiadada es tan terrible como una organización estatal", escribió sin tapujos.

Influido por el ensayo Henry David Thoreau La desobediencia civil, plasmó también su particular visión sobre la doctrina de la no violencia, convirtiéndose en una mezcla de filósofo anarcopacifista e ideólogo cristiano libertario. "El auténtico cristianismo la doctrina de la resignación, del perdón a las ofensas y el amor y el Estado con toda su pompa, su violencia, sus ejecuciones y sus guerras son dos conceptos irreconciliables. La profesión del auténtico cristianismo no sólo excluye la posibilidad de reconocer el Estado, sino que destruye sus cimientos", bramó el novelista ruso.

La lectura del libro inflamó el pensamiento de Gandhi. La correspondencia entre ambos se inició el 10 de noviembre de 1901. Gandhi le escribe desde Londres para hablarle sobre la lucha de los indios en la provincia sudafricana de Transvaal, donde ya se estaba cocinando el experimento sudafricano conocido posteriormente como Apartheid.

"La ley del amor deja de ser válida si se defiende por la fuerza"
Y ya puestos pidió a Tolstói que utilizara "su influencia" para popularizar el movimiento de resistencia. "De tener éxito no sólo sería un triunfo de la religión, el amor y la verdad sobre la irreligión, el odio y la falsedad, sino que muy probablemente sirviera como ejemplo para los millones de seres que viven en la India, o para gentes en otras partes del mundo que pudieran estar oprimidas, y que ciertamente significaría un avance de cara a acabar con la violencia, al menos en la India. Si aguantáramos hasta el final, como creo que seremos capaces de hacer, tengo pocas dudas acerca del éxito final", escribe Gandhi sobre una lucha sin cuartel que desafiaba abiertamente las leyes racistas con actos de desobediencia pacífica reprimidos a lo bestia por las autoridades coloniales.

Vía revolucionaria
Lev Tolstói, que a lo largo de su vida escribió nada menos que 10.000 cartas a personajes tan variopintos como el zar Nicolás II, el poeta Rainer Maria Rilke y al escritor George Bernard Shaw, no tardó en responder a Gandhi. "¡Que Dios ayude a nuestros queridos hermanos y colegas del Transvaal! También entre nosotros se deja sentir intensamente esa lucha entre gentileza y brutalidad, entre humildad y amor, orgullo y violencia, sobre todo en el choque entre deber religioso y las leyes del Estado, expresado en la negación a prestar el servicio militar. Esas negaciones se producen cada vez con mayor asiduidad", escribió aludiendo a los rusos que se negaban a servir en el Ejército de su país.

En la larguísima carta que puso fin en septiembre de 1910 a la correspondencia entre los dos hombres, Lev Tolstói disertó a fondo sobre la táctica que popularizaría Gandhi años después en la India ocupada: la resistencia no violenta. "La vida de las naciones cristianas presenta una contradicción entre el amar, que debería prescribir la ley de conducta, y el uso de la fuerza, que puede reconocerse bajo diversas formas, como gobiernos, tribunales y ejércitos, que se aceptan como necesarios y apreciados", escribe. ¿Y contra las porras y la represión? Una buena dosis de amor, concluyó enfebrecido el novelista ruso: "Lo que denominamos la renuncia a toda oposición mediante la fuerza, simplemente implica la doctrina de la ley del amor no pervertida por sofismas La ley del amor deja de ser válida si se defiende por la fuerza".

Tolstói zanjó su incendiaria misiva profetizando que la no violencia acabará convirtiéndose en el arma revolucionaria que haría tambalear a los poderosos: "Los gobiernos saben de dónde procede la mayor de sus amenazas y permanecen en guardia y ojo avizor, no sólo para preservar sus intereses, sino también para proteger su propia existencia". Lo que sonaba a bravata y a idealización ingenua del amor y la resistencia pasiva, acabaría transformándose en un movimiento de masas que, liderado por Mahatma Gandhi, se llevaría por delante al todopoderoso Ejército británico que ocupaba la India. Quizás las autoridades británicas se arrepintieran a posteriori de no haber controlado la correspondencia de Gandhi.


miércoles, 3 de febrero de 2010

Feliz cumpleaños Norman.


Ayer 3 de febrero se celebro el natalicio de un gran artista estadounidense, Norman Rockwell, El escritor Vladimir Nabokov se burlaba de que la brillante técnica de Rockwell tuviera una "utilización banal", al ser usadas solo como ilustraciones para la revista “Saturday evening post” y escribió en su libro Pnin: "que Dalí es realmente el hermano gemelo de Norman Rockwell que había sido secuestrado de niño por un grupo de gitanos". Él es llamado un "ilustrador" en lugar de un artista por algunos críticos, una designación que no le importaba, ya que él prefería el termino con que el mismo se designaba.Rockwell comenzó su carrera como ilustrador el año en que Mark Twain murió, 1910. Su larga relación con la revista Saturday evening Post, que lo haría famoso por sus portadas, se inicio en 1916. EL mismo año en que el presidente Woodrow Wilson fue reelegido como presidente, en este mismo año la película de Charles Chaplin, the floorwalker, rompió records de taquilla en todo Estados Unidos. Los periódicos hablaban de la gran guerra en Europa y de la relativa libertad que disfrutaban las mujeres con la nueva moda de una falda por debajo de la rodilla. Todavía el mundo del cine no era llamado el séptimo arte, no había logrado posicionarse como un medio de entretenimiento masivo, este era un mundo en transición, todavía no habían llegado los duros años veinte, las personas miraban maravilladas las proezas de los nuevo aviadores y sus maquinas voladoras, ni entendía como estas maquinas cambiarían la historia de la guerra, el mundo cambiaba, aspiradoras, teléfonos, radios, fonógrafos y muchos inventos nuevos que definirían el siglo XX. Con todo esto alrededor de nuestro ilustrador, siempre se le fijo la tarea de representar los viejos valores del siglo que terminaba, valores muy influenciados por la era victoria tardía del siglo XIX. Aunque Rockwell fue testigo de grandes cambios en su mundo se logro mantener fiel a sus creencias, y cuando tuvo que redefinir sus estilo no tuvo miedo de hacerlo sin perder su esencia. A continuación algunas de sus obras que nos permiten disfrutar un poco de eso estilo muy particular de su obra.















martes, 2 de febrero de 2010

Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno

Este año muchas naciones de Latinoamérica o Iberoamérica, celebran 200 años de independencia, lamentablemente entre mas miramos atrás en nuestra historia más nos damos cuenta lo poco que hemos avanzado, este Joven continente necesita revisar su historia y España también tiene mucho que meditar, para los que nos interesan los libros hay una buena cantidad de lanzamientos este año y reediciones de algunos clásicos, les dejo este articulo sobre algunos libros que se han publicado.

¡Viva el rey! ¡Abajo el imperio!
¿Libertadores épicos o estereotipados? - Una oleada de libros indaga en el proceso de las independencias latinoamericanas en su bicentenario
JOSÉ MIGUEL LARRAYA - Madrid - 02/02/2010

"La desaparición del imperio español, si se parece a algo, es al fin del imperio soviético en 1989", afirma Manuel Lucena Giraldo, autor de Naciones rebeldes (Taurus). "Se deshizo desde el centro a la periferia". Doctor en Historia, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor visitante en Harvard, Lucena Giraldo es uno de los muchos especialistas que fijan en estos tiempos su interés en el proceso libertador de Latinoamérica. La ocasión editorial lo merece.

La revolución cumple 200 años. Concretamente, el 19 de abril, aniversario de la creación de la Junta Suprema de Caracas, fecha señalada por la mayoría de los historiadores como el arranque de un proceso que culminaría 14 años después en el campo de batalla de Ayacucho, Perú, y que puso fin a la presencia de la monarquía española en el continente americano. Naciones rebeldes es una de las aportaciones más lúcidas de cuantas inundan las librerías. Una lista que incluye un clásico de la literatura histórica británica, Los libertadores, de Robert Harvey (RBA).

El libro de Harvey se centra en las biografías de siete personajes que tuvieron papeles importantes en las luchas por la independencia: Simón Bolívar, que soñó con una América unida; el precursor, conspirador y revolucionario Francisco de Miranda; el héroe argentino José San Martín; el prócer chileno Bernardo O'Higgins; el emperador mexicano Agustín de Iturbide; el rey de Brasil Pedro I; y Thomas Cochrane, almirante, aventurero y héroe en Chile y Brasil. Son más de 500 páginas de prosa brillante y amena.

Una estructura que recuerda a la obra del cubano Rafael Rojas Repúblicas de aire (Taurus), que se alzó con el I Premio de Ensayo Isabel Polanco con un inspirado retrato de los primeros republicanos del continente. Una mirada más en profundidad sobre el proceso es lo que ofrece Las independencias de América (Catarata), de Manuel Chust e Ivana Frasquet. O el libro de Lucena Giraldo, que se refiere al derrumbe del Antiguo Régimen por la invasión napoleónica y al surgimiento del liberalismo que nació en las Cortes de Cádiz y se extendió por buena parte de América.

Manuel Chust, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Jaume I de Castellón, abunda en esa corriente de la historiografía que ha abierto un debate sobre la supuesta inevitabilidad de las independencias, que valora los aportes de la historia económica y social y procura el "desmonte del culto a los héroes".


Y culto a esas heroicidades es lo que inspira Los libertadores, de Harvey, autor de un buen número de biografías y ensayos de historia militar y política. Su espléndida narración de la lucha por la independencia desde 1810 a 1830 tiene como protagonista indiscutible a Simón Bolívar. Su audacia militar, pese a su falta de experiencia previa, su visión estratégica y su brillante pluma quedan bien reflejadas en el libro. Tres personajes le acompañan en esta gran aventura: Francisco de Miranda, venezolano como él, militar español, agente inglés, revolucionario en Francia, y el gran animador de la lucha por la independencia. El argentino José de San Martín, oficial español que combatió a los franceses en Bailén y que después creó el ejército de los Andes, clave en la independencia de Argentina, Chile y Perú. Y Bernardo O'Higgins, hijo de un militar irlandés que sirvió al servicio de la Corona española, fue virrey de Perú y padre de la patria en Chile.

En ese cuadro de audaces conspiradores, siempre auspiciados discreta o explícitamente por la Corona británica, no podía faltar un marino como Thomas Cochrane, capitán de navío, tan valiente como turbio en su peripecia vital, cuya leyenda sólo es superada, en esa época, por la de Horatio Nelson. Los dos restantes libertadores son de un perfil diferente: Pedro de Braganza, rey de Brasil, el más "insólito", el único que pertenecía a una familia real, y el general Agustín de Iturbide, que proclamó la independencia sin disparar un tiro, relegado hoy en la memoria mexicana en favor del cura Hidalgo, que el 16 de septiembre de 1810 enarboló un estandarte con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México, en el que se leía: "Viva la religión. Viva nuestra madre santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno". Fue llamado el Grito de Dolores, que se celebra como el inicio de la independencia.

Pero el problema de los relatos épicos es la tendencia a establecer estereotipos. Manuel Lucena Giraldo, en Naciones rebeldes, que figuró entre los libros de historia del año en el The Times Literary Supplement, señala que los relatos dedicados a edificar una mitología nacional son una versión de las élites blanca y criolla. "Los peninsulares, malos, rencorosos y avariciosos, agravian a los americanos, buenos y virtuosos", sería el estereotipo más convencional, versión de la leyenda negra española.

En su ensayo destaca que el optimismo que animó el cambio político frente a la crisis del imperio español tiene actualidad. "Si se intentan superar los sólidos lugares comunes que cimientan el excepcionalismo latinoamericano, centrado en la idea del fracaso permanente frente al éxito de Estados Unidos, Europa y demás primeros mundos, el mensaje del bicentenario radica en que existe un nuevo futuro posible, porque así ocurrió en el pasado".

Los procesos revolucionarios de esa época, según Manuel Chust, van a afectar a las monarquías absolutistas y las van a abocar a su disolución. Por ello, Lucena Giraldo no comparte la opinión de una política venezolana de que España no tiene nada que decir en el bicentenario: "Los españoles tienen algo que decir porque de ese imperio venimos 22 repúblicas latinoamericanas y una monarquía parlamentaria europea, que es España".

Tomado de el periodico el Pais, articulo de JOSÉ MIGUEL LARRAYA