Tal vez no sea (seguramente no es) "la biografía definitiva" que sus editores pretenden, pero se trata de un buen material de lectura. Ediciones B acaba de reeditar "Adolf Hitler, una biografía narrativa", grueso volumen dedicado al líder nazi.
Por supuesto, no existen los "libros definitivos" acerca de ningún tema, y si hubiera que optar por uno con respecto a Hitler y el nazismo es probablemente la biografía de Ian Kershaw (naturalmente, hasta que aparezca otra más completa, más actualizada, con más documentación). Y, por otra parte, el tema ha sido transitado con talento a lo largo de los últimos sesenta años, en textos firmados por William Shirer, Hugh Trevor-Roper, Alan Bullock, Marlitz Steiner, el ya citado Kershaw y otros (Michael Burleigh, Richard Evans), incluyendo al dudoso apologista David Irving.
El libro de Toland, que ya conociera una primera edición en 1976, se ubica en un razonable término medio entre la ambición académica de Kershaw o (más atrás) del equipo encabezado por Arnold Toynbee en La Europa de Hitler, y el tipo de biografía "popular" aunque, reconozcámoslo, útil como texto de iniciación, de La vida y muerte de Adolf Hitler de Robert Payne. El autor (nacido en 1912, muerto en 2004) ganó en 1971 un premio Pulitzer por un trabajo sobre la guerra del Pacífico (The Rising Sun), escribió también varias novelas históricas, y volvió al tema de la Segunda Guerra Mundial con una amplia crónica de la batalla de Berlín (Los últimos cien días) y una polémica versión del ataque a Pearl Harbor en el que sostuvo que el gobierno de Roosevelt conocía de antemano las intenciones japonesas.
Su biografía de Hitler sigue siendo su libro más conocido, y también una lectura absorbente. Practicante de un estilo que prefiere narrar hechos antes que emitir juicios sobre ellos, ha sido acusado alguna vez de "filonazi", pero quienes sostienen el punto basados en que muestra de pronto a Hitler conmovido por la muerte de su madre, o carismático y buen conversador en su vida privada, lo leyeron sin mucho cuidado
Es posible que, norteamericano al fin, Toland experimente cierta secreta admiración por Hitler como "self made man", autor de sí mismo desde sus comienzos como pintor bohemio en Viena hasta su conversión en líder mundial. Pero por otra parte (y ello ocupa muchas páginas de su texto) no escamotea lo esencial del horror nazi. No cree (no finge creer, como Irving) que el Holocausto nunca existió, o se trató en el mejor de los casos de algunos excesos cuya responsabilidad recae fundamentalmente sobre Himmler y Goebbels.
En ese punto, su encadenamiento de los hechos, desde las proclamas judeófobas de Mein Kampf hasta las leyes antisemitas de los años treinta, la Noche de los Cristales Rotos, la implementación de la eutanasia en 1939 y finalmente la Solución Final posee una lógica inobjetable. Los nazis no tienen nada que agradecerle a su libro.
Toland sigue en muchos puntos a la historiografía tradicional, aunque también derriba con documentos algunos mitos difundidos (por ejemplo, la responsabilidad nazi en el incendio del Reichstag: el episodio fue explotado, pero no planeado por los hombres de Hitler). También proporciona, con fluidez y correcta prosa, un detallado recuento del irresistible ascenso al poder de su personaje.
Explora sus antecedentes familiares, evoca sus tiempos vieneses y su enrolamiento en la Primera Guerra Mundial, luego su adhesión a un minúsculo grupo político que se convertiría en el Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes, más tarde los entretelones del `putsch` de 1923, su estadía en prisión (esas vacaciones a costa del Estado alemán gracias a las cuales escribió Mein Kampf), el crecimiento de su popularidad, aspectos de su vida privada (como los trágicos romances con Geli Raubal y Eva Braun) y el auge y la caída posteriores.
Ni siquiera en novecientas páginas se puede incluir todo, y a veces el lector desearía un mayor desarrollo de algún episodio o personaje, o el análisis más a fondo de alguna circunstancia política. Eso convertiría al libro en la "biografía definitiva" que nunca será. Pero tal como está es muy legible, informativo y compartible. Puede llegar a decir que Hitler fue "la más extraordinaria personalidad del siglo XX", pero hay que leerlo entero para entender que no se trata de un elogio.
Articulo tomado del periodico El Pais,