sábado, 14 de noviembre de 2009

El Origen del Mundo de Coubert

En esas oportunidades que hay en la vida para meditar un poco sobre temas existenciales, me recuerdo de un tema que me intereso mucho en su momento, lo erótico y lo pornográfico, aunque hay una distinción entre ambas maneras de expresar nuestra sexualidad, la línea que las divide a mi parecer es muy delgada, hay momentos en que lo que es erótico puede parecernos muy porno. Nuestra sensibilidad puede ser afectada por un cuerpo hermoso que enseña hasta los últimos recónditos lugares del cuerpo humano, pero si podemos pasar sin ninguna censura los cuerpos desgarrados por bombas o choques frontales que tanto gustan presentar en esos programas extremos de video caseros llamados siempre “most shocking” en vez de llamarse most annoying videos, así que estimados amigos nunca podre entender porque prohibimos las representaciones de cuerpos desnudos que no tiene que ser perfectos para ser bellos(ejemplo de esto es el cuadro de "Benefits supervisor Sleeping" de Lucian Freud) y en cambio nos presentan todo el gore y el terror de cuerpos corrompidos por la violencia extrema sin ningún pudor.


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Bueno la cuestión que nos hace recordar esta reflexión que hice en su momento, es la publicación en España del libro de El origen del mundo, historia de un cuadro de Gustave Courbet, libro traducido del francés del autor Thierry Savatier publicado por la editorial Trea, en el cual se trata descifrar el misterio de la musa de Courbert y todo las controversia que despertó en su momento. MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO, hace una pequeña reflexión con motivo de la publicación dedicada al controversial cuadro de Courbert, despertara algunas sonrisas o ruborizara a los visitantes de las librerías, bueno eso tendrá que verse cuando se cuelgue en el apartado de novedades de las librerías españolas.

Aqui la reflexion de MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO en el suplemento Babelia del periodico el Pais, sobre esta publicacion.

CRÓNICA: SILLÓN DE OREJAS
El origen (genital) del mundo
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 14/11/2009

Lo que es la vida. ¿Quién le iba a decir al puritano Lacan (descanse en paz sin que ningún colega venga a interrumpirle a cuenta de su invento de la duración variable de la sesión psicoanalítica) que El origen del mundo, la provocativa pintura de Courbet de la que fue último propietario privado, iba a exhibirse por partida doble en las mesas de novedades de las librerías españolas? Como se sabe, el pequeño lienzo (46×55), ahora en el Musée d'Orsay, representa de forma extremadamente naturalista, y en primer plano, el sexo y el vientre de una mujer con las piernas abiertas y en, digámoslo técnicamente, decúbito supino, en un encuadre limitado por el pecho y la parte superior de los muslos. Pues bien, en este momento están a la venta dos libros que han elegido el escandaloso cuadro como motivo de cubierta: la novela de Nick Cave La muerte de Bunny Munro (Papel de Liar) y, de forma más explicable, El origen del mundo, historia de un cuadro de Gustave Courbet, de Thierry Savatier (Trea). De los dos, el que aquí me interesa ahora es el segundo: Savatier no sólo analiza el insólito lienzo y el contexto en el que fue pintado (el París galante y licencioso de la segunda mitad del XIX), sino que se sumerge en su sorprendente peripecia interna y externa: quién fue la modelo cuyo rostro se oculta y a la que perteneció ese "soberbio coño" (lo siento, así dicen los paratextos de la cubierta); quiénes adquirieron sucesivamente la pintura, y cómo y a quiénes les fue mostrada (Lacan, por cierto, que estaba casado con Sylvia, la ex mujer de Bataille, hizo pintar a André Masson, a su vez ex cuñado de ésta, una réplica surrealista para ocultarla); quiénes (de Gautier a Lévi-Strauss) se sintieron fascinados por él. Una investigación detectivesca y apasionante sobre una de las pinturas más misteriosas de la primera modernidad. Y una portada a la que habrá quien dé la vuelta en muchas mesas de novedades. Y no sólo en El Corte Inglés (suponiendo que la expongan).
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Sobre el libro.

La posición de las piernas, la ausencia de rostro (rasgo que la dota de mayor misterio y, a la vez, universalidad), la rotundidad de las formas, la inevitabilidad del primer plano y, desde luego, ese oscuro y espeso triángulo que castiga cualquier intento de negar lo que se está contemplando…: esta obra de Courbet, escandalosa y arrebatadora, posee un poder de fascinación tal que la convierte en una pieza única de la historia del arte occidental.
Y si apasionante puede ser el análisis pictórico de este Origen del mundo, no lo es menos el de su itinerario desde que Courbet lo pintara en 1866 para el diplomático y coleccionista turco Khalil Bey: trazado al detalle por Thierry Savatier gracias a una exhaustiva investigación (que ilumina muchos aspectos oscuros y abre estimulantes líneas futuras), conoceremos el París galante de finales del siglo xix pasando por los años de la ocupación nazi de Hungría, donde el cuadro fue robado, hasta su vuelta a Francia tras su adquisición por el psicoanalista Jacques Lacan y su definitiva recuperación para el público con su llegada al Museo de Orsay en 1995. Y en este sinuoso trayecto son muchas las personalidades de los dos últimos siglos que aparecen vinculadas al cuadro, impresionadas, alarmadas y siempre, secreta o abiertamente, cautivadas: Gautier, Sainte-Beuve, Goncourt, Marguerite Duras, Claude Lévi-Strauss, René Magritte…
Al misterio telúrico y la fascinación primaria de su contenido corresponden, pues, como en estas páginas se narra, un enigmático contexto (desde el propio título del cuadro hasta la identidad de la modelo que ante Courbet abrió sus piernas) y una intrigante historia de desapariciones, ocultamientos y dolosos olvidos que parecen haber conspirado, como contra él y la sacudida de libertad que genera siguen tratando de hacer los veladores de la moral, para ocultar a hombres y mujeres la magistral visión de lo que es nada más y nada menos que un soberbio coño: un coño soberbio por su atrevida contundencia, pero, por encima de todo, por su magistral factura, que marca un punto y aparte en el devenir de la pintura occidental, lo que hace plenamente justificable y absolutamente necesaria esta «biografía».

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