lunes, 31 de agosto de 2009
Entrevista a Ian Kershaw sobre Hitler
Pregunta. ¿Hubiera habido Holocausto sin Hitler?
Respuesta. No. Sin él no habrían existido ni el Holocausto, ni las SS, ni una guerra de conquista en Europa a finales de los años 30. Hitler fue absolutamente decisivo, esencial e irremplazable. Lo que no quiere decir que Hitler tomara todas las decisiones. La gente trabajaba "en la dirección del Führer". Es decir, anticipaba sus opiniones y actuaba en consecuencia. Pero cada encrucijada importante siempre requirió su autorización.
P. Y sin Hitler, ¿Alemania habría ido a la guerra?
R. Quizá. Pero la guerra habría tenido unas dimensiones mucho más limitadas. En 1939 muchos dirigentes nazis abominaban de la intención de Hitler de iniciar una guerra contra las democracias occidentales. Conviene recordar que Francia tenía entonces el mayor Ejército del mundo y el Reino Unido no era sólo esta isla: tenía detrás el Imperio Británico y el probable respaldo de EEUU. Los generales de Hitler creían que Alemania perdería una guerra así, aunque creyeron que el peligro había pasado después de la invasión de Checoslovaquia. "Si no lucharon por Praga", pensaron, "¿por qué iban a luchar por Danzig?".
P. Pero Hitler fue sobre todo un jugador que fue sobreviviendo gracias a numerosos golpes de suerte.
R. Desde luego. Desconfiando del resultado de la guerra, Hermann Goering le dijo en 1939: "Mi Führer, ¿debemos apostarlo todo?". Y él le respondió: "Usted sabe, Goering, que me he pasado la vida apostándolo todo". He aquí la respuesta de un hombre adicto al juego. Pero la guerra era una apuesta colosal y él era consciente de ello. Estaba en juego la existencia misma de Alemania. Tenía que vencer a todas las potencias del mundo y vencerlas cuanto antes. No podía decir: invadimos esto y luego esperamos. Tenía que ser una carrera rápida.
P. Pero en el caso de Rusia la apuesta le salió mal. Pensó que todo sería más fácil.
R. No sólo él. Todo el mundo lo pensaba. Stalin había purgado a toda su cúpula militar en 1938, el Ejército Rojo había obtenido una victoria pírrica en 1940 ante el débil Ejército finlandés y los aliados creyeron que Alemania ganaría una guerra contra la URSS en cuestión de semanas. Y, sin embargo, no sobrevivió a la derrota de Stalingrado.
P. Usted dice en su libro que Hitler fue el político más popular de la Historia.
R. Es una afirmación difícil de probar porque no hubo elecciones ni sondeos en Alemania después de 1933. Aun así, un tercio de los alemanes votaron por Hitler entonces. Una proporción estimable en el contexto de la atomizada República de Weimar. Fue luego, sin embargo, cuando se extendió la popularidad de Hitler gracias a un aparato de propaganda formidable que divinizaba la figura del líder supremo.
P. ¿Había algo en Alemania que la hiciera más vulnerable que otros países a un tipo como Hitler?
R. Quizá la idea alemana del liderazgo carismático que enlazaba en lo religioso con Lutero y en lo político con Bismarck. El culto a Bismarck fue una premisa muy importante para que floreciera el culto a Hitler. En el periodo imperial y en la República de Weimar hubo mucha gente que empezó a venerarle como el padre del Imperio. Una personalidad por encima de los intereses particulares. Un ser superior.
P. Pero para elevar a Hitler a la altura de Bismarck era necesario conferirle un aura de respetabilidad que no tenía. ¿Qué papel desempeñó el entonces presidente de la República, Paul von Hindenburg?
R. Un papel muy importante. Al fin y al cabo, Hindenburg era el héroe de la batalla de Tannenberg y Hitler era tan sólo el líder de un partido que ni siquiera tenía el respaldo de la mayoría de los votos. La cercanía de Hindenburg la explotaron los nazis en 1934 en un acto coreografiado al milímetro por Goebbels y celebrado en la ciudad de Potsdam, símbolo por excelencia del poder prusiano. Allí se produjo el encuentro entre el viejo prócer y la nueva Alemania, simbolizada en aquel canciller respetuoso y enérgico, enfundado en un traje oscuro y elegante. Aquel día hubo muchas personas que no eran nazis ni admiradores de Hitler que se decidieron a apoyarle escuchando la retransmisión de Goebbels.
P. ¿Y ese halo de respetabilidad no sufrió ningún rasguño en 1934 al aniquilar Hitler a Ernst Röhm y a las SA en la masacre de la Noche de los cuchillos largos?
R. Pues es curioso, porque cuando Hitler se deshace de las SA, la gente no lo percibe como una masacre sino como un acto de razón de Estado. Como el sacrificio de un hombre responsable que antepone los intereses de Alemania a los del partido y es capaz de desprenderse de los elementos más despiadados de sus filas.
P. Por aquella época, el político conservador alemán Franz von Papen dijo aquello de que habían "alquilado" a Hitler. ¿Hasta qué punto subestimó al personaje la derecha democrática alemana?
R. Creyeron que podían controlarlo y se les fue de las manos. Los conservadores eran suficientemente poderosos para destruir la República de Weimar, pero no para reemplazarla por el régimen que querían. Y de alguna manera no podían prescindir de un movimiento de masas como el nazismo. Por eso tuvieron que incorporarlo al Gobierno y al final elevarlo a la Cancillería. Fue entonces cuando Franz von Papen dijo: "No os preocupéis. Lo hemos alquilado". Subestimando, por supuesto, lo que se avecinaba.
P. ¿Por qué lo hizo?
R. Ellos miraban a Italia y se daban cuenta de que Mussolini había reinstaurado el orden y unas condiciones buenas para la industria italiana. Y pensaron que Hitler perdería su lado salvaje y se convertiría en un tipo más manejable. Por supuesto, no se dieron cuenta de que la autoridad de Hitler en 1933 era mucho más fuerte de lo que ellos creían.
P. ¿Cómo reaccionaron las iglesias?
R. Habría que distinguir entre protestantes y católicos. Los protestantes no eran una Iglesia unitaria pero muchos saludaron la llegada de Hitler como el renacimiento de una nueva fe en Alemania. En la Iglesia Católica en cambio hubo muchos titubeos. Veían en el Partido Nazi un movimiento ateo y una amenaza a la cristiandad y los obispos aconsejaron a sus feligreses que no lo votaran. Pero cuando Hitler prometió que mantendría las escuelas católicas, la Iglesia Católica transigió y animó a sus fieles a respaldarlo. Y el cardenal de Múnich, que visitó al Führer en su residencia alpina, anotó luego en su diario privado: "Este hombre cree en Dios". ¡Incluso él fue persuadido de que Hitler era un hombre bueno!
P. Quizá porque Hitler era un camaleón, capaz de adaptarse a su interlocutor y seducirle en las distancias cortas...
R. Lo era. Y era también un tipo muy persuasivo. En el trato personal parecía un hombre mucho más moderado que en público. Era un gran actor capaz de cambiar mil veces de imagen.
P. En ocasiones da la impresión de que para los alemanes Hitler es una cabeza de turco en la que colgar sus propios pecados.
R. Ha habido algo de eso, sí. Cuando estaba vivo, los alemanes lo divinizaron. Apenas murió, le echaron la culpa de todo. De todas formas, hoy todo es un poco distinto, porque sabemos que todos los segmentos de la sociedad alemana fueron cómplices de los crímenes del régimen.
P. Pero hubo oficiales de las SS que nunca fueron juzgados. ¿Debió celebrarse una versión extendida del Proceso de Nuremberg?
R. No es una discusión resuelta. Humanamente, se debió perseguir a los criminales. Políticamente, todo era más complicado y Konrad Adenauer decidió mirar al futuro y cooperar con tipos que tenían un pasado muy oscuro. A Alemania le costó mucho procesar a sus criminales y, cuando lo hizo, éstos recibieron sentencias muy leves que casi siempre se conmutaron o no se cumplieron. Esto es tremendamente injusto, pero es difícil saber si la creación de una democracia estable en Alemania hubiera sido más fácil o más difícil actuando de cualquier otra manera.
P. ¿Cómo era Hitler en su vida íntima?
R. Era un gran lector y un autodidacta y tenía muy buena memoria y una mente muy acerada. Apenas llegó a la jefatura del partido, su vida íntima se subsumió muy pronto en su vida pública. Hitler ni siquiera tenía la vida íntima que lleva hoy un primer ministro. ¿Cómo iba a tener una vida íntima un semidiós? Por supuesto, iba al Festival de Bayreuth por un interés genuino en Wagner y veía muchas películas. A veces muchas veces la misma película. Era una vida íntima tremendamente banal. Incluso en una cena todo el mundo esperaba que cada vez que hablaba hiciera una declaración ex cátedra. Hitler era un hombre sin amigos.
P. ¿Ni siquiera Albert Speer o Joseph Goebbels?
R. Ni siquiera. Ellos le llamaban «mein Führer» y él siempre les trataba de usted. No había ninguna intimidad con nadie.
P. ¿Y con Eva Braun?
R. Si hubo sexo o no, nunca podremos saberlo. Una vez entrevisté a uno de los administradores de la residencia alpina de Hitler y me dijo que su esposa había inspeccionado las sábanas una mañana y no había en ellas ningún resto de semen. Un tipo bastante extraño (risas). Quién sabe. Los dos tenían una relación muy próxima. Ella quiso volver a Berlín para morir con él y Hitler quiso casarse con ella antes de quitarse la vida. Aunque también hay quien dice que la despreciaba en público.
P. ¿Hitler era misógino?
R. Lo era aunque le encantaba rodearse de jovencitas.
P. ¿Y homosexual?
R. Estas cosas son por definición imposibles de probar pero sí hay una especie de entorno homoerótico alrededor de Hitler. Pero no creo que tengamos pruebas suficientes para decir que Hitler era gay. En mi opinión, Hitler era una persona sexualmente neutral. Indiferente a los hombres y a las mujeres. Pero esto es puro elucubrar.
P. ¿Cómo descubrió su vocación política?
R. Fue el Ejército el que lo empujó a la política. El Ejército y el ambiente de agitación que se vivía en Múnich, que por entonces estuvo inmerso en una revolución soviética.
P. ¿Y hubiera ocurrido sin el tono hipnótico de su voz?
R. No. Hitler tenía una habilidad extraordinaria para amplificar el enfado, el resentimiento y los problemas de la audiencia y convertirlos en un discurso movilizador. Y luego está el hecho de que se creía lo que decía. Era a la vez un propagandista y un ideólogo. Debió de ser algo electrizante verle en sus primeros años hablando en aquel ambiente y con esa pasión. Porque en aquellas cervecerías de Múnich Hitler hablaba para gente que no estaba convencida. Había socialistas y comunistas entre la audiencia y gente que pensaba que era un lunático. Pero poco a poco su voz se convirtió en algo indispensable para el primitivo Partido Nazi. No podían vivir sin él. Era su gran estrella.
P. Pero al principio él se veía a sí mismo como el tamborilero que anunciaba la llegada del líder...
R. Sí. Pero eso empieza a cambiar a principios de los años 20. Justo antes del golpe de 1923 en Múnich. Y lo cambia del todo la experiencia en la cárcel: las miles de cartas que recibe diciendo lo maravilloso que es. Empieza a creerse que él es el héroe al que espera Alemania. Y después de la cárcel reconstruye el Partido Nazi, pero de una manera distinta. Antes era uno más. Ahora todos deben jurarle lealtad a él.
P. Al final, en los días del búnker, ¿hubo alguien en el que confiara?
R. Quizá en Borrman y en Goebbels. Y ninguno de los dos le traicionó. Es cierto que Borrman no quiso morir en el búnker y que Goebbels intentó una capitulación de Berlín. Pero los dos estuvieron con él hasta el final. Otros no hicieron lo mismo.
P. ¿Por qué Hitler ejerce una fascinación mayor que dictadores igual de mortíferos que él como Mao o Stalin?
R. Quizá porque el 90% de las víctimas de Hitler no eran alemanes. En los casos de Stalin y Mao eran soviéticos o chinos. Hitler desencadenó una guerra mundial y un genocidio sin precedentes. Antes había habido genocidios, pero ninguno de esa magnitud. En ese sentido, Hitler fue un fenómeno mundial que logró cambiar la Historia. No quiero con esto menospreciar los horrores de Mao o de Stalin, pero éstos estuvieron más confinados a su territorio. Y luego también está el hecho de que Hitler llegara al poder en una democracia liberal. En una sociedad como en la que nosotros vivimos. El siglo XX fue en cierto modo el siglo de Hitler. Pero vino y se fue. Y gracias a Dios nunca volverá a haber otro igual que él.
Entrevista a Ian Kershaw sobre Hitler,Eduardo Suárez Manchester
sábado, 29 de agosto de 2009
Luis Macías, conductor de Metro
Conducir durante 10 años la misma ruta ¿es una encomienda difícil?
Difícil y aburrida. Pero a todo se acostumbra uno. Es un trabajo como otros. ¿Usted nunca se aburre en su trabajo?
Este, sí, a veces. Trato de mantenerme ocupada
Pues ya ve, es lo mismo. Ocho horas diarias durante cinco días a la semana con una hora para comer. Todos trabajamos en lo mismo, algunos se aburren más que otros.
¿Cómo mantiene usted la mente ocupada?
Los trenes tienen pilotaje automático así que hay mucho tiempo para pensar en la esposa, los hijos, las deudas, la mentada crisis. A veces, y aunque está prohibidísimo, me traigo un radio de pilas o me cuelo una revista para ojearla.
¿Qué significa la ruta 1 del metro para usted?
16 kilómetros 654 metros, 20 estaciones (7 de correspondencia, 12 de paso y 2 terminales), cuatro delegaciones (Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza), dos horas de recorrido por vuelta completa, abrir puertas, cerrar puertas, avanzar, detenerse, abrir puertas, cerrar puertas, avanzar, detenerse; así hasta la hora de la comida y después, otra vez, abrir puertas, cerrar puertas…
¿El pilotaje automático reduce al mínimo las fallas humanas?
Sí, hace casi todo, es muy seguro. Uno sólo se encarga de cuidar la caja BS, del manipulador y del freno de emergencia cuando es necesario.
¿Cree usted que sea posible en algún momento prescindir de los conductores de carne y hueso?
No, ¡qué paso! Siempre hace falta una persona al volante.
Pero me ha dicho usted que el pilotaje automático hace casi todo
Pues si, pero ¿y los empleos? Las máquinas no cobran, pero tampoco piensan. Además el Sindicato [de Trabajadores del Sistema Metro] no se dejaría.
¿Usted es sindicalizado?
Qué le puedo decir. Mejor estar con ellos, pagar las cuotas, asegurarse el pan y sentirse apoyado.
Hablemos de otras fallas no menos humanas: los suicidas ¿le ha tocado arrollar a alguien?
En estos 10 años, a Dios gracias, sólo me ha tocado una. Todavía la recuerdo. Era morenita, de pelo largo, menudita. Yo siempre digo que la chamaca esa me vio a los ojos antes de aventárseme. Todos los compañeros que han tenido esa experiencia dicen que los que se avientan siempre te ven a los ojos, pero ahora ya no sé, a lo mejor sólo fue el susto.
¿Y qué sintió usted?
Pues sentí gacho. Te sacas de onda. La chamaca ésta se aventó cuando el tren estaba entrando a la estación de Isabel La Católica. El tren entra al andén a 70 kilómetros por hora, no te da tiempo de frenar a tiempo. Vi que se aventó y en ese momento jalé el freno de emergencia. No me va a creer, pero le juro que hasta oí como le tronaron todos sus huesitos.
Después de que se aventó, ¿qué pasó?
Pues seguí el procedimiento. Llamé a la subestación para pedir el corte de energía, para que si quedó viva no se vaya a electrocutar. Después la subestación detiene los trenes y pide el apoyo de los vigilantes, de protección civil y de la Cruz Roja o el ERUM. Desalojan la estación y a uno le preguntan si está en condiciones de bajar a verificar el cuerpo para ver si está con vida. Casi nunca se salvan y casi siempre el tren les pasa encima y los destaza.
¿Usted bajó a ver?
Yo la verdad preferí no bajar a verla. Mis compañeros me dijeron que sí se había muerto pero que el cuerpo estaba entero. Eso facilita mucho las cosas [que se muera y que el cuerpo quede entero] y sólo retrasa el servicio como veinte o treinta minutos, porque si el cuerpo todavía está con vida hay que mandar traer unos gatos [hidráulicos] especiales para levantar los vagones y si se murió pero se destazó, ¡pues peor!, es un reguero de sangre y hay que andar buscando y recogiendo las partes del cuerpo. Es una cosa muy impresionante. Luego echan polvo químico en las vías para que la sangre no se vea tan roja. Todas esas manchas amarillas que usted ve sobre las vías es sangre, pero así, en amarillo, no se ve tan gacho.
Y a la mañana siguiente ¿de vuelta al trabajo?
No, no. A uno lo mandan al servicio médico y de entrada le dan 3 días de descanso. Después el psicólogo decide cuánto tiempo más se necesita para volver a trabajar.
¿Cuántos días le dieron a usted?Sólo los tres de rigor, por eso fue bueno no bajar a ver el cuerpo.
¿Sintió culpa?
No, si yo no hice nada. No fue mi culpa. Muchas chamacas se avientan porque el novio las dejó ¿usted cree? A lo mejor a esa también la dejo el novio. ¿Culpa? Culpa la del novio o de ella por dejada.
¿Por qué cree que la gente se avienta a las vías del metro?
Porque es la forma más barata y segura de morirse. Sólo dos pesos, muerte segura.
- Cynthia Ramírez
Maestro de biógrafos
CARLOS GARCÍA GUAL 29/08/2009
Plutarco dice que el biógrafo debe actuar como un buen pintor que observa y resalta la expresión de los ojos y el rostro para reflejar sus rasgos personales de su modelo. Escudriña "los signos del alma", esos gestos en los que el carácter individual se revela en el decurso de una vida e imprime su huella en la historia. Una biografía es un fino retrato post mortem, que permite evaluar psicológica y éticamente una trayectoria vital, y recuerda un perfil humano irrepetible. Biografía es palabra griega, pero no de época clásica (aparece tarde, en el siglo V después de Cristo); los antiguos denominaban bíos (vida) a este género literario. Plutarco señala con acierto que al biógrafo le interesan menos los sucesos externos que las palabras, las vivencias y los actos singulares de sus héroes; al historiador le deja la descripción de las batallas y conflictos sociales. Una biografía debe albergar las mejores anécdotas, los gestos decisivos, el ingenio y el talante que definen para siempre a sus protagonistas, ejemplares héroes en el teatro de la historia. Gran lector de textos históricos, Plutarco trató de ser sólo un buen biógrafo, es decir, un retratista de las grandes figuras del pasado de Grecia y Roma. A la vez fue un moralista que evalúa conductas, analiza virtudes y defectos, y resalta la areté heroica y el destino trágico de sus personajes. Situó hábilmente en parejas las vidas de griegos y romanos, en la variada serie de sus Vidas paralelas (Alejandro y César, Demóstenes y Cicerón, Demetrio y Antonio, etcétera) para contrastar sus perfiles en sus contextos históricos.
Esas casi cincuenta Vidas paralelas forman una galería de retratos de vivaz dramatismo e intenso patetismo, lo que no sólo proviene de la turbulenta escena y sus grandes actores, sino también del talento narrativo del escritor. En él culmina el arte de la biografía. Plutarco ha sido uno de los clásicos más editado y leído desde el Renacimiento hasta finales del siglo XIX, y tuvo numerosos y grandes admiradores -desde Erasmo, Montaigne y Shakespeare hasta Goethe, Rousseau, Napoleón y muchos más, que admiraron la antigüedad como el escenario de los grandes héroes de Plutarco.
Ahora tenemos, por fin, una traducción actualizada de las Vidas paralelas (y de las Moralia) de Plutarco. Acaba de publicarse el tomo VII y se anuncia el último, el VIII, de la versión completa, anotada y bien prologada en la Biblioteca Clásica Gredos. Traducir la extensísima obra es una ardua tarea, incluso cuando se hace entre varios. Ésta sustituye a la meritoria versión de Ranz Romanillos (de 1830) y pone al alcance de los lectores una traducción fiel, precisa y anotada, como el gran autor se merecía.
Algunos de sus amigos fueron muy influyentes, incluyendo a
Más moralista que filósofo e historiador, fue uno de los últimos grandes representantes del
martes, 25 de agosto de 2009
Historia Oral
Foto de Susan Meiselas durante la insurrección en la ciudad de Esteli.
techo de cristal impide publicar a muchas escritoras
Laura Freixas: "Un techo de cristal impide publicar a muchas escritoras"
La escritora denuncia la existencia de un mecanismo inconsciente que privilegia lo masculino sobre lo femenino( 24/08/2009 )
EFE La escritora Laura Freixas asegura que existe "un techo de cristal" que impide que muchas mujeres que escriben lleguen a publicar, y denuncia la existencia de "un mecanismo o filtro inconsciente que privilegia lo masculino y descarta lo femenino". Freixas, quien dirigirá un taller literario la próxima semana en la librería Fuentetaja de Madrid, apoya sus afirmaciones en los recientes datos del Ministerio de Cultura que indican que las mujeres leen más que los hombres, que hay igual número de hombres que de mujeres que escriben literatura -un 8 por ciento de la población- y que sólo un 20 por ciento de las obras publicadas en España son de mujeres. "Entre la escritura, la publicación y el reconocimiento parece haber una serie de obstáculos para las mujeres", sostiene Freixas (Barcelona, 1958), editora, traductora y crítica literaria. Esta diferencia, según la autora de Madres e hijas, uno de sus títulos más simbólicos y que ya va por su 14 edición, se atribuye a "un mecanismo inconsciente, que privilegia lo masculino y descarta lo femenino", dice.
domingo, 23 de agosto de 2009
The Pacific
Ninguno de los protagonistas del libro Band of Brother, escrito por el historiador y biógrafo Stephen Ambrose, participó en la zona del Pacífico, así que The Pacific se basa en dos memorias de soldados norteamericanos, With the Old Breed de Eugene Sledge y Helmet for My Pillow de Robert Leckie.La serie contará la historia de ambos autores, y la del Marine John Basilone, en las batallas contra el Imperio del Japón.
Los escritores de The Pacific están encabezados por uno de los principales escritores de Band of Brothers, Bruce C. McKenna. Hugo Ambrose, hijo de Stephen Ambrose, autor del libro Band of Brothers, es asesor histórico del proyecto.
The Pacific contará la historia de los autores de las memorias, Eugene Sledge y Robert Leckie, así como la de su compañero Marine John Basilone, y en su lucha contra el Imperio del Japón a través del Pacífico.
Previsiblemente, dadas la fuentes literarias, la serie relatará las batallas en las que intervino la 1ª división de Marines de los Estados Unidos, tales como Guadalcanal, Cabo Gloucester, Peleliu, Iwo Jima y Okinawa.
jueves, 20 de agosto de 2009
Philip Glass: the hours
sábado, 15 de agosto de 2009
Perdón y olvido de Sergio Ramirez
Después que la editorial Alfaguara, en el ámbito internacional, y Distribuidora Cultural, en Nicaragua, publicaran hace algunos años sendas recopilaciones de los cuentos completos de Sergio Ramírez; Leteo Ediciones nos ofrece ahora una voluminosa antología en la que se agregan historias de sus últimos tres libros publicados, y una más perteneciente a otro volumen en preparación.A partir de estas recopilaciones no resulta muy difícil diseñar un mapa relativamente acertado del recorrido de Ramírez como cuentista. Una trayectoria en la que el juego narrativo oscilante en las fronteras entre invención literaria y “realidad real”, nunca ha dejado de funcionar con habilidad, ni ha dejado de provocar conmovedoras sorpresas.Y lo hace concentrándose en la recreación de aspectos puntuales de nuestra historia y de nuestra realidad actual, pero deliberadamente caricaturizados por un registro narrativo que mezcla la ironía con la construcción de imágenes y alegorías que a su vez conforman una amplia y totalizadora metáfora del poder.Es curioso que esa metaforización del poder, vista en perspectiva, se nos revele recurrente en casi toda la obra narrativa de Ramírez, y que persista en circunscribirse mayormente en el ámbito de las sociedades centroamericanas, cuyo atraso nos hace aún permanecer en la cola de tantos mundos posibles.Aún sin abandonar esa constante, a partir de sus últimos libros empezó a ser notable en sus cuentos un giro interesante hacia temas derivados de la crónica roja o de hechos reales extraídos del submundo de nuestras barriadas, o de nuestras provincias; torciendo de cierta forma la verosimilitud del lenguaje periodístico hasta convertilo en piezas de ficción que sin embargo nos resultan conmovedoramente reales.Pero también el cine, el deporte y la influencia mediática en la cultura popular siguen siendo temas recurrentes en la narrativa de Ramírez. Su idea de la sociedad latinoamericana, centroamericana o nicaragüense en un mundo supuestamente postmoderno, parece estar formada por todos estos elementos llamados mediáticos: el mundo del cine, de las telenovelas, de los locutores deportivos y la cultura del béisbol o el boxeo; de las páginas de sucesos, en fin, eso que entretiene diariamente a lo que algunos llaman “público” y otros “masas”.Para Ramírez escribir cuentos no es un asunto de élite, sino de la cultura diaria, un asunto cultural que afecta el lenguaje, la organización social, el comportamiento de los individuos. Todo eso, como él mismo dice, está en el ambiente, y al retratarlo literariamente sus cuentos a la larga nos mostrarán lo que ha sido la sociedad de comienzos del siglo XXI en Centroamérica.Contemplando esta selección de Leteo Ediciones, y ojeándola en lo ya conocido para contrastarlo con lo más reciente, incluyendo el cuento Bendito escondido, que me parece es parte de un libro inédito, observo pues la recurrencia de esos ejes temáticos como una metáfora esperpéntica del poder, en todos los niveles y estratos de nuestras sociedades.Algo que se hace evidente en la recreación detallada (llena de sarcasmo y humor negro) de la realidad social, y el apego a ella desde la ficción literaria en casi todos sus cuentos; así como la caricaturización de los estereotipos culturales asumidos por una sociedad atrasada, llena de contrastes, dominada por el fetichismo y aspirando siempre a encarnar los modelos de modernidad del primer mundo.“Una de las obsesiones de mi escritura –confiesa Ramírez- han sido los modelos sociales, desde el político hasta el ético, que dominan la conducta de las personas. Eso está patente en uno de mis primeros cuentos que se llama El Poder, visto desde una dimensión provinciana. ¿Qué es el poder? Un sometimiento constante y caricaturesco que funciona en dos sentidos, de arriba abajo y de abajo hacia arriba. Lo mismo con la enajenación, que está en Nicaragua es blanca y A Jackie con nuestro corazón; cómo la sociedad dominante pretende igualarse en modos y costumbres al modelo metropolitano, hasta el punto de desear ardientemente una nevada sobre Nicaragua, para usar ropa de invierno, o recibir fastuosamente a Jackeline Kennedy. Son propuestas fantasiosas, bien podría ocurrir, salvo, claro está, que caiga nieve sobre nuevas ciudades y montañas. Y en De tropeles y tropelías buscaba el esperpento que es el presidente omnímodo y decrépito, que lo somete todo a su voluntad. La suerte que tienen historias como éstas es que no perecen, bien podrían tener una lectura contemporánea…”-Llama la atención el destino de sus primeros cuentos, especialmente El Estudiante, que desde que apareció en la revista Ventana no volvió a ser parte, me parece, de otros libros; lo mismo creo que ha sucedido con La Tarjeta y Son de Pascuas… “Ese cuento, que es el primero que escribí en mis vacaciones de 1960 en Masatepe; encabeza la colección Cuentos, que se publicó en 1963 en la Editorial Nicaragüense en Managua; un libro en todo memorable para mí, pues fue editado por Mario Cajina-Vega, lleva un prólogo de Mariano Fiallos Gil, ilustraciones de Leoncio Sáenz, y una viñeta de portada de Pablo Antonio Cuadra; más no se puede pedir. El año que viene, cuando se cumplen cincuenta años de mi vida de escritor, me gustaría que se hiciera una edición facsimilar de ese libro. La tarjeta está en ese mismo libro Cuentos, y Son de Pascuas se publicó en 1964 en un pequeño libro que se llama Cinco cuentos (ediciones Ventana), donde hay otros textos de Fernando Silva, Juan Aburto, Mario Cajina-Vega y Fernando Gordillo”.-¿Considera usted el cuento Perdón y olvido como emblemático de su cuentística? ¿Por eso lo escogió para titular la antología?“Bueno, no fue mi escogencia, eligieron el título Ulises Juarez y Francisco Ruiz, los editores del libro, y yo estuve de acuerdo, aunque de todas maneras el cuento que le da nombre a mí me parece emblemático, porque conseguí plasmar en el papel algo que me pareció difícil hasta no poner la última línea: contar la historia de alguien que ve aparecer a sus padres, trabajando como extras en una escena de cabaret de una vieja película mexicana, que se llama Perdón y olvido; y como la voz corresponde en la escena a los personajes principales, mis personajes se empeñan en saber qué se están diciendo sus padres sentados a la mesa del cabaret, con voces mudas. Y hay todo un drama detrás de eso”.Hay gérmenes temáticos en la narrativa de Sergio Ramírez que empiezan a asomar en sus primeros cuentos, y luego se desarrollan más ampliamente. Ejemplo: el cuento Félis Concóloris –de su primer libro-, evidentemente tiene su prolongación en los cuentos de El reino animal (2006); o el ya citado cuento El poder –también de su primer libro- cuya atmósfera se sucede en los cuentos recurrentes sobre el mismo tema en casi todos sus libros posteriores; o El centerfielder y el asunto del deporte y la cultura popular, que se repite luego en El juego perfecto –el cuento y después la antología, que incluye también La puerta falsa y otros sobre beisbol, boxeo, fútbol, etc.-¿Hay alguna explicación literaria o extraliteraria para esas evidentes recurrencias en su narrativa?“Creo que en la imaginación de un escritor hay desde el principio un mismo universo recurrente, que se presenta por fragmentos, que se repite, pero que tiene una sola continuidad. El poder, la enajenación, los esperpentos, el ridículo. Una vez mi amiga Antonina Vivas, que es lectora muy perspicaz, me hacía la observación de que en mi primera novela Tiempo de fulgor están contenidas todas mis novelas posteriores, y es cierto. Son las mismas obsesiones originales que habitan la mente desde el principio y que ya no se irán nunca más, lo que hacen es nutrirse, mutar, madurar, o envejecer, pero siempre vendrán a ser las mismas”.-¿Se puede ser novelista sin haber sido cuentista?“Seguramente se puede. En mi caso creo que es al revés, a lo mejor pude haber sido cuentista, que es lo que me propuse al inicio, sin pensar en ser novelista. Pero a lo mejor no, a lo mejor una cosa lleva necesariamente a otra. Porque yo empecé escribiendo cuentos como un oficio aparte, incomunicado con la novela, y lo que leía eran cuentistas, no leía novelas. Quería aprender todo lo posible sobre el arte de los cuentos, que tenía mucho de técnicas que hay que saber dominar. Y yo creo que Tiempo de fulgor, mi primera novela, está escrita con técnica de cuentista, lo mismo que después ¿Te dio miedo la sangre?, que cuenta multitud de historias, una tras otra, en diversos planos. A lo mejor, en ese sentido, mi primera novela real, escrita como novelista, es Castigo divino”.
Que paso con Woodstock
Todas las fotos de Woodstock son de la galeria de Henry Diltz en el Fotoreportaje de Daily Beast, Woodstock at 40.
Mas sobre el festival de Woodstock en la wikipedia.
viernes, 14 de agosto de 2009
La vida del golem por Michael Chabon
La palabra golem también se usa en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica o incompleta. Similarmente, los golems se usan primordialmente en la actualidad en metáforas, bien como seres descerebrados o como entidades al servicio del hombre bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras. De forma parecida, es un insulto coloquial en yidis, sinónimo de patoso o retrasado.
Michael Chabon
La vida del golem, como la del libro, está inseparablemente ligada a la de su autor. Para ambos casos, esta receta vital de dependencia mutua
El más conocido –modelado con el barro del río Moldau, por el rabino Loew de Praga, para que fuera sirviente o protector del gueto– es el más sospechoso, pues ha sido concebido y popularizado por toda una serie de novelistas y cineastas a lo largo de los últimos cien años. El más antiguo es Adán, el pedazo de tierra original que recibió, en el sexto día de la creación, el soplo de la inspiración del Divino Nombre. Pero la historia del golem tiene cien variantes, del becerro de barro que, en Babilonia y hace dos mil años, fue llamado a la vida y prontamente devorado por dos rabinos hambrientos, Hanina y Oshaya, hasta refinamientos como el golem de retazos de von Frankenstein y el hijo de madera de Gepetto. Mientras trabajaba en mi novela Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, descubrí que la trama exigiría que el golem de Praga representara un pequeño pero crucial papel. En cuanto este sorprendente hecho me resultó evidente, me puse a buscar información sobre golems. Lo que encontré fue un perspicaz comentario sobre la escritura de novelas.
Todos los cazadores de golems terminan inevitablemente a los pies del brillante Gershom Scholem, cuyo ensayo “La idea del golem” explora con desalentadora profundidad las fuentes remotas y a veces abstrusas del perdurable tema del hombre de barro que viene a la vida por un encantamiento. El encantamiento, por supuesto, es obra del lenguaje; hechicería y charla. El golem cobra vida gracias a fórmulas mágicas, palabra por palabra. En algunas versiones, el Nombre de Dios queda inscrito en la frente del golem, y en otras está escrito en una tableta y escondido bajo su gris lengua muda. A veces la palabra mágica es el vocablo hebreo para verdad, emet; para matar al golem, en este caso –para desactivarlo– uno debe borrar la inicial letra aleph de su frente, y así dejar solo met: muerte.
Hay buenas razones para creer, según Scholem, que algunos recuentos de creaciones de golems son fácticos. Durante el apogeo medieval de la Cábala ciertos rabinos y adeptos –que dedicaban largo tiempo a considerar el Sefer Yetsirah o Libro de la Creación– culminaban sus estudios y probaban su aptitud para los encantamientos creando un golem. Había pautas y rituales específicos; recetas, por decirlo así, para hacer golems. Los rabinos no esperaban obtener un servidor incansable, ni siquiera una comida decente, de estos ensayos. El ritual mismo era el objetivo del ejercicio; llevarlo a cabo –recitando largas series de complicadas permutaciones alfabéticas mientras se caminaba en círculos alrededor del durmiente pedazo de tierra– inducía una especie de estado extático a medida que el adepto asumía un privilegio reservado de ordinario a Dios: la creación de un mundo. Era magia analógica: lo que el cabalista es a Dios, el golem es a la creación entera: un modelo, una replica en miniatura, un espejo –como la novela– del mundo.
Mucho del perdurable poder de la historia del golem proviene de su analogía pronta, aunque romántica, con la relación entre el artista y su trabajo. Y a lo largo de los años esta analogía ha atraído a muchos escritores que han visto sus posibilidades metafóricas. En la superficie, la analogía puede parecer demasiado fácil. La idea del novelista como pequeño Dios de su creación –présent partout et visible nulle part– es un principio clave de los novelistas tradicionales, que Robert Coover exploró y explotó, podría haberse pensado que de una vez por todas, en The Universal Baseball Association, J. Henry Waugh, Prop. Pero lo que me cautivó, al leer y releer el ensayo de Scholem, no fue la metáfora o alegoría acerca sobre la naturaleza de la creación de novelas y golems, sino las consecuencias que esa creación tenía.
“Hacer golems es peligroso”, escribe Scholem. “Como toda gran creación, ésta pone en peligro la vida del creador: la fuente del peligro, sin embargo, no es el golem... sino el hombre mismo”. Del golem que creció hasta un tamaño tal que colapsó, matando a un cierto rabino Elijah de Polonia, al monstruo de Frankenstein, los golems a menudo amenazan la vida de sus creadores e incluso llegan a quitársela.
Tan pronto leí estas palabras noté la conexión que tenían con mi propio trabajo. Cada cosa buena que he escrito me ha dejado, en algún punto de su composición, inquieto y temeroso. Me ha dado la impresión, al menos durante un
instante, de ponerme en riesgo.
Por supuesto que ha habido y sigue habiendo escritores para quienes el acto de escribir una novela o un poema es fatal, escritores cuyas palabras han sido usadas para condenarlos y aplastarlos. Acabo de regresar de una gira por algunas zonas de la antigua Unión Soviética, donde conocí a escritores que habían debido sopesar cada palabra que escribían para medir su inherente poder de destrucción; durante mi estadía leí los relatos de Isaac Babel, encarcelado y ejecutado no solo por sus palabras sino también, según Lionel Trilling, por su silencio. Comparados con la suerte de un Babel, los peligros que he corrido en mi propia escritura apenas parecen merecer ese nombre.
Para mí –un hombre afortunado que vive en un tiempo afortunado en el país más afortunado del mundo– el asunto parece reducirse siempre a una cuestión de exposición. Como escribe Scholem, “El peligro [...] no es que el golem desarrolle poderes incontenibles; el peligro está en la tensión que el proceso creativo despierta en el creador mismo”. Algunas veces me da miedo escribir, aunque sea en ficción, acerca de cosas que me han pasado en realidad, acerca de cosas que realmente he hecho, o acerca de los numerosos pensamientos crueles o vergonzosos o poco atractivos que he contemplado en un momento o en otro. Con la misma frecuencia me sorprendo escribiendo acerca de actos o estados mentales incómodos o socialmente cuestionables que no tienen base alguna en mi vida, pero que, me temo, la gente me atribuirá naturalmente cuando lean lo que he escrito. Aun si asumo que los lectores serán tan caritativos como para absolverme de haber pensado o hecho semejantes cosas –como para ver autobiografía en la más pura de las ficciones–, el mero hecho de que yo haya sido capaz de imaginar que alguien los pensó o cometió es, me susurran mis miedos, condenatorio en sí mismo.
Cuando escribí Los misterios de Pittsburgh temí –con razón, como vería después– que la gente creería, al leer la novela, que su autor era gay. En parte era el miedo a ser malinterpretado, a ser juzgado equivocadamente, pero en mi aprensión había un componente nada despreciable de homofobia pura y simple; y del miedo a la homofobia. La entrega, en el taller de escritores de Irvine donde trabajaba en mi MFA, de una porción de mi novela que contenía una breve pero vívida escena de amor entre dos hombres, sigue siendo uno de los momentos más aterradores de mi vida como escritor. En Chicos prodigiosos presenté un personaje cuyos sentimientos de envidia, fracaso y romanticismo corroído, por no hablar de su intensa dependencia de la marihuana para conseguir que las palabras fluyeran, parecía componer, desde el punto de vista de los lectores, un autorretrato poco favorable. De nuevo, se comprobó que mis miedos tenían fundamento: en mi reciente gira por el norte de Europa, la primera pregunta que salió de los labios de un entrevistador fue: “Este Grady Tripp suyo está lleno de drogas y se acuesta con muchas mujeres. ¿Qué tal usted, señor Chabon?”. Y luego está el tema de “Green’s Book”. Este relato, sobre un hombre cuya relación con su joven hija se ha visto gravemente dañada por su culpa y vergüenza persistentes, consecuencia de un incidente infantil en que el cuidado de un bebé salió mal, me tomó años de trabajo, tanto me atormentaban las conclusiones a que pudieran llegar los lectores sobre mi propio pasado y mi comportamiento como padre.
Desde que leí “La idea del golem” he llegado a ver este miedo, esta noción de ser puesto en peligro por mis propios personajes, no solo como una parte inevitable y necesaria de la escritura de ficciones, sino como el garante virtual, en la medida en que semejante cosa es posible, de la potencia de mi trabajo; como señal de que me encuentro en el camino correcto, de que estoy siguiendo la receta correctamente, pronunciando los hechizos correctos. La literatura, como la magia, siempre ha girado alrededor del manejo de los secretos, el dolor, la destrucción y la maravillosa liberación que puede resultar cuando un secreto es revelado. Decir la verdad cuando más importa es casi siempre una perspectiva aterradora. Si un escritor no revela secretos, los suyos propios o los de sus seres queridos; si no coquetea con la desaprobación, el reproche y la ira general, ya sea de los amigos, la familia o los apparatchiki del partido; si el escritor somete su trabajo a un censor interno mucho antes de que nadie pueda ponerle las manos encima, el resultado es pálido, inanimado, un pedazo de tierra. El adepto manipula su rico material, el fétido barro de un río, y entona con diligencia sus hechizos alfabéticos, y lo hace con pleno conocimiento de la historia de los golems: cómo se liberan de sus creadores, crecen hasta alcanzar tamaño y poder inmanejables, se niegan a ser controlados. De la misma manera el escritor da forma a su historia, salpicada como barro de río con el polvo de la experiencia y fétida por el olor de la vida humana, haciendo caso omiso del peligro que corre, dispuesto a mostrar sus poderes, a celebrar su dominio, a traer a la vida un pequeño mundo que, como el de Dios, es a la vez terriblemente imperfecto y lleno de una asombrosa vida.
Menonitas en Bolivia- Desconectados del mundo
Sin televisión, ni teléfono, ni Internet. Los menonitas luchan por mantener viva una burbuja de austeridad y religión. Éste es un viaje al corazón de sus colonias en Bolivia, donde recientemente se han visto salpicados por el escándalo.
A unos 15 kilómetros de la pequeña ciudad de Charagua, en el sureste de Bolivia, una estrecha carretera de tierra llena de baches conduce a un mundo que vive en el pasado. Se parece al de los conocidos amish, con quienes comparten raíces pero mantienen diferencias (como las relativas al uso de la tecnología, respecto al cual los amish suelen ser más restrictivos). Este universo aislado se llama colonia Pinondi. Tiene casi 3.000 habitantes. Es uno de los 50 asentamientos menonitas del país.
Una cuadrícula de caminos, también sin asfaltar, sirve para desplazarse dentro de ese mundo. Pero no en automóvil, sino en unas pequeñas carrozas tiradas por caballos llamadas buggies. Cada pocos metros aparece una casa. Todas tienen paredes de ladrillo y tejado de calamina ondulada. Están habitadas por personas cuyo aspecto físico contrasta fuertemente con el de los bolivianos. Los menonitas son muy altos, tienen rasgos angulosos y -casi todos- pelo rubio y ojos azules. Los hombres se visten con overol o mono de granjero y sombrero de cowboy; las mujeres, con vestidos largos estampados con motivos florales y un gran sombrero blanco. Niños y niñas son copias en miniatura de los adultos. Todos tienen nombres bíblicos.
HACE TRES AÑOS,Jacob Teichroeb dirigía una de las tres mayores queserías de esta colonia. Su padre, el dueño del negocio, estaba planeando instalar una maquinaria nueva para producir mozzarella. El proyecto se vio frustrado. "Los ministros vinieron diciendo que sería malo para la religión", explica Jacob, de 32 años. "Son muy cerrados. Los ministros piensan que todo lo nuevo es malo, y no dejan libertad a la gente. Mi padre tuvo que abandonar sus intenciones. Si no, lo hubieran expulsado. El progreso es un monstruo a ojos de los viejos".
Esta tendencia a evitar el progreso es una de las características de los menonitas. Sin teléfono, ni televisión, ni Internet, se mantienen desconectados del mundo, "fuente de tentaciones". Surgieron en el siglo XVI como grupo cristiano anabaptista de origen germánico. Perseguidos en sus tierras de origen, establecieron colonias en los países que les permitían conservar su forma de vida. Procedentes de asentamientos de Paraguay, México y Canadá, comenzaron a llegar en 1954 a Bolivia, donde se encuentran algunas de las comunidades más aisladas. El medio centenar de colonias del país, de entre 1.000 y 6.000 habitantes cada una, se reparten por los departamentos de Santa Cruz, Beni y Tarija.
Según la Conferencia Mundial Menonita, sus fieles se encuentran en más de 60 países. Los hay completamente integrados en la sociedad moderna, sobre todo en los países del Primer Mundo (en España han surgido ocho iglesias en los últimos 40 años). Los más conservadores se llaman Old Colony. Viven en el continente americano y pueden llegar a ser más tradicionales que algunos amish.
La colonia Pinondi, como todas las de Bolivia, es una de estas comunidades Old Colony. Entre los pilares de su economía están la agricultura, destacando la producción de soja, y la ganadería bovina, especialmente dedicada a la obtención de leche para su producto estrella: el queso. En la quesería de Jacob no se para. "Aquí recibimos la leche de cuatro campos. Unos 6.000 litros diarios. Compro la leche a 1,20 bolivianos y vendo el kilo de queso a 12 bolivianos (1,20 euros). Como necesito 9,3 litros de leche para hacer un kilo de queso y tengo seis empleados... ¡Vivo de las pérdidas! Subsistimos porque formamos una cooperativa con el almacén, que también es de mi padre. Pagamos con productos. Así ocurre en casi todas la colonias".
ESTOS ALMACENES son pequeñas tiendas que ofrecen alimentos, telas y recambios para maquinaria. Lo justo para no tener que ir a la ciudad. "Vendemos el queso a los bolivianos. Ellos entran con camiones para llevárselo a Tarija y a Santa Cruz", prosigue Jacob. "Tienen que venir a la colonia con frecuencia, ya que, al estar hecho con leche fresca, el queso no dura mucho. Nos gustaría montar una pasteurizadora, pero tampoco nos dejan los ministros".
-¿No se cansa de esta falta de libertad?
-¡Claro! He pensando en marcharme a una colonia más permisiva, pero es complicado. Tendría que buscar una casa allí, un trabajo... Además, mis padres y hermanos están aquí. Reconozco que todas estas normas ponen freno a nuestro trabajo. ¿Ha visto los tractores de la colonia? ¡Está prohibido poner neumáticos de goma! Tenemos ruedas de hierro que sólo aplastan la tierra y consumen mucho más gasóleo.
"Lo de las ruedas de hierro en los tractores tiene un motivo", argumenta Jacob Wiebe, obispo menonita de la colonia de Nueva Esperanza (al este de Santa Cruz). "Con la llanta de fierro no se puede correr. Sólo sirve para trabajar. Si ponemos goma los jóvenes correrán. Ya pasa en otras colonias donde está permitido. Además, pueden ir a la ciudad. Y nosotros no queremos poner facilidades para que eso ocurra".
-Podrían ir a la ciudad en el buggy...
-El buggy no alcanza. La ciudad está demasiado lejos y el caballo se cansa.
El obispo constituye aquí la máxima autoridad. Hay uno por cada colonia, con ministros repartidos por los diferentes campos. Su función es cuidar de que los menonitas vayan "por el camino angosto". Sus cargos son vitalicios. Son elegidos tras muchos días de oración, esperando a que el Espíritu Santo ilumine la decisión. Sólo son elegibles los hombres bautizados, casados y con hijos que hayan demostrado cualidades especiales como padres. Aseguran no recibir remuneración alguna. "De eso se encargará el de arriba después", explica el obispo Jacob Wiebe. "Nuestra religión es así. Queremos ser atrasados para no ser orgullosos. Sólo gastamos electricidad de generador para trabajar". A sus cerca de 60 años, la austeridad de Jacob queda patente en su raído overol de granjero.
NO HAN ESCUCHADO hablar de personajes como Michael Jackson, Madonna, Messi o Maradona. Ni siquiera los más jóvenes. "La música también está prohibida", proclama Peter Groening, uno de los ministros de la colonia Nueva Esperanza. "Aturde el espíritu, lo mismo que el alcohol. Es más peligroso en los jóvenes, que sienten curiosidad por todo. A veces hemos tenido problemas con drogas. Eso es mucho más grave".
Muchos menonitas no sólo ven razonables todas estas limitaciones, sino que intentan buscarlas. Un alto porcentaje de los que residen en Bolivia proceden de colonias extranjeras donde las costumbres se han relajado. Que este país tenga el menor índice de desarrollo humano (IDH) de Suramérica y una renta per cápita, según el Fondo Monetario Internacional, de poco más de 1.700 dólares puede representar para algunos más una ventaja que un inconveniente. Es el caso de Isaac Banman y de su esposa, Susana. Hoy viven en Durango, una colonia de unos 3.000 habitantes. "Llegamos de una colonia de Paraguay. Muchos tienen allí camionetas y motos. Algunos se emborrachan. A veces, se matan en accidentes. Nos trasladamos a Bolivia para criar a nuestros hijos porque aquí todavía todo está muy pobre y atrasado. Es mejor así".
Isaac, de 46 años, y Susana, de 41, tienen 12 hijos: ocho chicos y cuatro chicas. No forman una familia especialmente numerosa entre los menonitas, donde existen matrimonios con hasta veinte hijos. Su casa es amplia, pero austera. Hay pocos muebles y son muy sencillos. A la hora de la cena se reúnen todos en torno a una gran mesa levemente iluminada por farolillos de queroseno. Antes de comer se bendice la mesa en silencio, con la cabeza gacha y las manos juntas sobre el regazo. La relación con Dios es siempre íntima. Los niños se irán después a dormir los primeros.
Hacia las seis y media de la mañana los caminos se llenan de niños rumbo a la escuela. En Swift Current, colonia de 2.500 habitantes situada a unos 45 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, los alumnos esperan al profesor jugando en el patio. Las risas se escuchan desde mucha distancia ante el silencio que preside el paisaje. El profesor Frans Peters, de 42 años, llega en su buggy. Abre las puertas para que entren los alumnos. Ellos, por una puerta, y ellas, por otra. Todos en pie, entonan una serie de cantos religiosos en lengua plattdüütch, un dialecto antiguo del alemán medieval por el que se comunican los menonitas.
Normalmente, sólo los hombres son capaces de hablar en español. Lo aprenden al hacer negocios con los bolivianos. Frans explica lo que dicen los niños de su clase esta mañana. Uno ha preguntado: "¿Cómo es la cosa cuando un hombre tiene dos mujeres?". Todos contestan: "Esto está mal porque Dios quiere que cada hombre tenga una sola mujer". Frans asegura que cuando sean mayores, estos niños no irán a la universidad. Su aprendizaje se centrará en el estudio de la Biblia y aritmética básica. "Los menonitas estudiamos lo justito para hacer la vida en la granja. Si los jóvenes saben mucho, igual quieren marcharse". En estas sociedades patriarcales, los varones están destinados a ocupar todos los cargos dirigentes. Prácticamente todas las mujeres se dedican a tareas de la casa y a cuidar de su numerosa prole.
SIEMPRE PREOCUPADOSpor mantenerse separados del mundo, los menonitas se enfrentan ahora a una amenaza que por primera vez viene de dentro. La policía boliviana detuvo el pasado mes de junio a ocho miembros de Manitoba, colonia de algo más de 2.000 habitantes situada a unos 150 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, por haber violado presuntamente a 100 mujeres de su propia comunidad. Según el rotativo cruceño El Deber, el fiscal del caso aseguró que "los acusados aprovechaban la oscuridad de la noche para aproximarse a las viviendas de los comunitarios y echar un spray narcotizante por las ventanas y puertas, durmiendo así a los ocupantes. Posteriormente, violaban a las mujeres en estado de inconsciencia". Las mujeres violadas declararon al fiscal que, cuando amanecían sin ropa interior, pensaban que habían sido violadas por el demonio. Al poco tiempo de conocerse estos hechos se descubrió otro caso similar en la colonia Riva Palacios, donde varias familias acusan a un vecino de haber abusado sexualmente de 24 mujeres.
Al margen de escándalos, los menonitas de Bolivia luchan por mantener sus rutinas. Los sueños y esperanzas suelen centrarse en cosas muy sencillas. En el deseo de que todo siga igual, que las cosechas sean buenas y que puedan conservar su aislamiento. Los feligreses siguen la misa del domingo en la iglesia de la colonia Pinondi. Unas gotas tamborilean sobre el techo. Cuando la lluvia aprieta, los hombres salen corriendo a cubrir con plástico los asientos de los buggies aparcados junto a la puerta. Hay miradas sonrientes. El ministro sigue con la ceremonia. No llovía casi nada desde cinco meses atrás. Los campos estaban demasiado secos. Todos respiran aliviados: "Este año la cosecha se salvará". Y con ella, ese universo hermético a 15 kilómetros de la pequeña ciudad de Charagua donde todos se esfuerzan por seguir "el camino angosto".
Tomado del Pais.com.
REPORTAJE, Menonitas. Desconectados del mundo.
Todas las fotos son del reportaje y se pueden ver mas aqui.
lunes, 10 de agosto de 2009
Historias del narcotrafico en Mexico
en brazos de una mujer bonita
domingo, 2 de agosto de 2009
EL rey del Pop
El año del libro-flotador
CARLES GELI - Barcelona - 02/08/2009
"Sin esos libros, los libreros este año tendríamos que hibernar". Ni la librera ni los títulos a los que se refiere son cualquiera. La primera, Núria Pons, es la responsable de la macrotienda Bertrand, segunda librería más grande de Barcelona. Los autores que salvan al gremio en año de crisis son: Larsson con su trilogía, Stephenie Meyer, Ildefonso Falcones, Javier Cercas, Ken Follett y John le Carré, que han publicado libro en el curso 2008-2009, ahora acabado. Y seguirán salvando el año otros que vendrán en breve: Isabel Allende, Anthony Beevor, Eduardo Mendoza, Henning Mankell y Dan Brown, por citar algunos.
"Gracias a las reservas, hicimos el 10% de la facturación mensual en sólo un día y en el global nos incrementó las ventas en un 20%. Nos salvó el trimestre", apunta Txon Pagès, de la librería Etcétera, en el barcelonés Poblenou, refiriéndose al último Larsson. Pero la magia sueca no es patrimonio de la tienda pequeña. "Los dos primeros días hicieron el 40% de las ventas y nos ha subido la facturación un 15%", admite Pons.
"No me gusta hablar de libros-flotador, pero ellos solos generan entre un 15 y un 20% de los ingresos en un año cuyo primer trimestre cerramos con un 10% por debajo del 2008", calcula Fernando Valverde, presidente de la Confederación Española de Gremios de Asociaciones de Libreros (CEGAL). Y constata: "Este 2009 está siendo generoso en libros así".
Siempre han existido libros de gran venta en una temporada, pero quizá nunca con tal densidad. Esto coincide con la consolidación de un nuevo fenómeno: la concentración de ventas muy altas en muy pocos títulos y, en general, en tiempo corto, "como no se había dado antes nunca", admite José Manuel Lara Bosch, presidente de Planeta y propietario de Larsson a través de su sello Destino (más de tres millones de ejemplares según la editorial).
"No sé las razones, pero es un fenómeno mundial que empieza con el estallido de Cruzando el umbral de la esperanza, de Juan Pablo II, en 1995", precisa Riccardo Cavallero, director general de Random House Mondadori, que este curso acumula éxitos: Un mundo sin fin, de Follett; El hombre más buscado, de Le Carré; Anatomía de un instante, de Cercas, y La mano de Fátima, de Falcones, con medio millón en la primera edición. Y guarda en la recámara la última novela de Isabel Allende (La isla bajo el mar, con una tirada de 200.000 ejemplares, para el 4 de octubre). Cavallero dice que la concentración ha sido fruto del azar, "porque el escritor termina la obra cuando la termina". Con tantos éxitos este año, ¿por qué no aguantar Allende hasta 2010? "Se nos solaparía con Dan Brown [El símbolo perdido, 15 de septiembre en EE UU y que Planeta desea lanzar en diciembre] y para 2010 ya tengo una obra de Julia Navarro y algo más", afirma. Planificado al milímetro.
"La crisis ha agravado este mercado polarizado; hoy aún es más suicida tener los almacenes llenos, por eso se filtra mucho más y salen los nombres que salen", según la editora Elena Ramírez (Seix Barral), que quiere dar su golpe el 20 de octubre con Eduardo Mendoza, del que publicará su debut en el relato: Tres vidas de santos. La última obra de Mendoza, El asombroso viaje de Pomponio Flato, sólo alcanzó los 400.000 ejemplares. Algo parecido espera Tusquets, que en octubre lanzará la última aventura del inspector Kurt Wallander de Henning Mankell, El hombre inquieto: 100.000 ejemplares de salida. Todos son reticentes a traducir en cifras la cantidad que puede sumar un libro así a la facturación anual. Cavallero confiesa una: "Follett solito aporta el 15%".
Mendoza es un ejemplo de autor-marca. Son los que garantizan ventas estratosféricas, aunque sea a pequeña escala. Un ejemplo, el historiador Anthony Beevor con El día D (sobre Normandía), que Crítica editará el 10 de septiembre (25.000 unidades). ¿Se fuerza a esos autores a aparecer más en tiempos de crisis? Ramírez precisa que al ser valores seguros, "igual se intenta colocarlos en el segundo semestre para cerrar bien". Pero no es tanto que se les conmine a tener obra como que "se exploten varios formatos de una misma obra suya", añade .
Es decir, se les pone una cajita; o un CD; o se hace una recopilación de sus artículos... "Ésa es la estrategia cada vez más acusada de exprimir a los autores de éxito, ante el alud de novedades y así alargar sus ventas, pero en realidad lo que se hace es inflar el mercado", sentencia Valverde. Como presidente de la CEGAL, también advierte del arma de doble filo de estos volúmenes de venta rauda y concentrada que llama -con intención- de "venta súbita". Con estos megasellers, "se desvían compradores y lectores hacia las cadenas de librerías y grandes superficies, que hacen un gran acopio y obtienen mayores descuentos". El resultado es que se ven muchos de estos libros por superficies atípicas, como supercentros de electrónica. "Es un comportamiento advenedizo de los distribuidores y muy generoso, por no decir otra cosa, de los editores", añade Valverde. Y por esa vía, alerta, se van a cargar el ecosistema del libro: "Las librerías tradicionales necesitamos títulos de mucha venta para compensar los de baja rotación".
Decir que libros así perjudican a la librería tradicional es excesivo, precisa el director general de Random House Mondadori. "Creo que perjudican a todos porque llevan el riesgo editorial al máximo por las inversiones que requieren y sacan oxígeno a libros que en otro momento hubieran tenido mayor suerte en la calle". Para la editora de Seix Barral, la gran batalla es el espacio y desechar esos puntos de venta es un lujo: "Aunque estos libros pueden desvirtuar las librerías más literarias y perjudicar a sellos como el nuestro". "Se puede ser elitista, pero no tener esos libros hoy, sería del género tonto, porque mueven la caja registradora", dice Pons, desde Bertrand. Y así, los libreros, admite, descongelan los pedidos a los editores y la rueda libresca vuelve a girar. Como un flotador.
Tomado del Pais.com
sábado, 1 de agosto de 2009
Bendito quien nada espera..........
La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche;
Dijo Dios “que sea Newton” y todo se hizo luz.
(Nature and nature's laws lay hid in night;
God said 'Let Newton be' and all was light.)