Hoy quiero centrar nuestra atención en el cuadro, "Baile de Labriegos" (1568), es toda una pintura de contrastes cromáticos, fuertes colores, movimientos, representa una diversión muy inocente, lejana de algún reproche religioso, el autor no quiere evangelizar, solo quiere retratar la naturaleza de la danza, la alegría, aquí nadie se cubre con los cosméticos de moda, sus trajes están sucios, sus caras no están afeitadas como lo dictaba las normas del momento, por un momento se pueden oír los murmullos de la fiesta, la música, los comentarios fuera de tono, en sus pinturas se nota la independencia, no desea copiar a sus colegas renacentistas, que gustan más de la imagen idealizada del hombre, aquí solo vemos la vitalidad, un gran número de personas, mucho movimiento, colores fuertes, vestimentas baratas, una atmósfera cargada, es el lado natural del hombre y esto mis amigos es lo más hermoso de los cuadros del buen Bruegel el viejo, representa al hombre tal como es, simple, llano pero rebosante de vida, real, una criatura.
Para Bruegel, el hombre es un producto de la naturaleza, de ella obtiene su fuerza vital. En los siglos que siguieron a la muerte de Bruegel, sus cuadros cayeron en el olvido; no correspondían a las reglas estéticas caracterizadas por el culto a los héroes, a los santos a los soberanos, así como el modo de pensar burgués y la contemplación romántico, idealizada de la naturaleza, solo en el siglo pasado (siglo XX) se volvió a prestar atención a su obra, y hoy en día los salones dedicados a Bruegel en el Kunsthistorisches Museum de Viena y los Musee royaux des Beaux-Arts de Bruselas son los sitios más frecuentados por los amantes de la pintura. El renacimiento del interés por este pintor es sin duda alguna consecuencia de innovaciones artísticas que pusieron en entredichos los hábitos visuales heredados de la tradición.
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